lunes, 13 de septiembre de 2010

Fuente del Sol

Era un lugar extraño.

El forastero contemplaba su alrededor perplejo y solo por sentirse seguro, recorría mentalmente los pasos que había seguido para llegar hasta allí, no fuera a ser todo una ilusión de su cerebro.

El suelo era seco y polvoriento, pero el día lluvioso y plomizo, cada zancada de sus botas dejaba dos huellas, una en el terreno, otra en su cabeza. La oscura luminosidad del cielo convertía en túneles las pocas calles que componían el misterioso lugar y ese efecto no hacía sino transformar cada inocente silueta en un inusitado contraluz de carácter expresionista.

Con el paso de los minutos sus pupilas se adecuaron y como si del ascender de un ajado telón se tratase, comenzó a percibir tímidamente el teatro de sus habitantes...













Ojalá todos los lugares fueran como ese.

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